viernes, 10 de junio de 2016

26J: Las claves de un debate decisivo

Se acerca uno de los momentos clave de la campaña electoral, como es el debate entre los líderes de las cuatro principales fuerzas políticas de España. Será el próximo lunes, 13 de junio. ¿Cuáles pueden ser las claves de ese debate? ¿Quién puede resultar más beneficiado? ¿Y más perjudicado?
 
Como en cualquier intercambio de opiniones e ideas, el partido más beneficiado será el que logre imponer de forma más efectiva y convincente sus argumentos. Para ello, cada candidato deberá resaltar sus fortalezas y ocultar y disimular sus debilidades. Veamos las posibles estrategias para cada candidato.
Rajoy.
Llega al debate con una intención de voto estabilizada alrededor del 29,7%, un punto porcentual (p.p.) más que en las elecciones del 20D, pero que no le sirve a su partido para obtener más escaños que entonces pues la distancia con la segunda fuerza (entonces el PSOE, ahora Unidos Podemos) se reduce de 6,7 a 5,2 p.p.

A favor:
  1. Su partido y él mismo ofrecen solvencia y estabilidad ante las “aventuras” de otros. Debe vender que el suyo es un gobierno moderado. Si se muestra tal como es, su carácter y la diferencia de edad con el resto de candidatos resaltará de forma natural estas características.
  2. Comparece en el debate como Presidente en funciones, líder de la fuerza más votada en las pasadas elecciones y, de acuerdo con todos los sondeos, también en las del 26J. El estatus presidencial y ganador beneficia a su partido para captar el voto de los indecisos y de los electores sin ideología, que no son pocos.
  3. Despierta escasas expectativas para resultar ganador del debate, lo que le favorece, ya que simplemente haciéndolo regular saldrá de él fortalecido. En la mente del ciudadano medio, Rajoy sale a no perder demasiado en el debate, por lo que si tiene algún momento bueno, mejorará sustancialmente en la apreciación de los que se debaten en la duda sobre entre votar a su partido o votar a otro, que son nada menos que un 7% de los que tienen decidido ir a votar, según el CIS de junio.
En contra:
  1. La corrupción será el punto del debate en el que estará completamente a la defensiva. Si el debate se centra en este aspecto, le resultará muy complicado salir airoso.
  2. Es el actual Presidente y el candidato peor valorado (3,09 en el último CIS), así que se arriesga a que el debate se convierta en “todos contra Rajoy”, lo que lo colocaría a la defensiva, proyectando una imagen negativa.
  3. Debe escapar de la etiqueta de “vago” por su inacción ante los problemas. Necesita hacer propuestas en positivo.
Iglesias.

Subido en la cresta de la ola, la coalición electoral que encabeza, Unidos Podemos (UP), tiene un voto estimado del 24,5%, según mis estimaciones, y viene creciendo de forma sostenida durante las últimas semanas. Ha logrado sobrepasar ya al PSOE tanto en votos como en escaños y aspira a acercarse aún más al PP.
A favor:
  1. Su capacidad dialéctica y discursiva es incuestionable. Fogueado en numerosos debates televisivos durante los últimos años, es el candidato que mejor conecta en pantalla, y el más capaz de transmitir un mensaje emocional, que es el que mejor funciona en el medio audiovisual. Su minuto de despedida en el debate a cuatro previo al 20D es una joya para analizar en el ámbito comunicativo: directo, emocional y moviendo a la acción al ciudadano. Ese minuto atrajo numerosas voluntades y votos.
  2. Está sentado sobre una ola favorable y los ciudadanos tienden a identificarse con un candidato y partido ganador, subiéndose a su carro. Debe convocar (y lo hará) a la izquierda al voto útil que ahora su partido representa para acabar “con los recortes”. La polarización de la campaña entre PP y UP le viene muy bien en este sentido.
  3. Camaleónico, es capaz de cambiar su discurso de forma radical en cada campaña y que, pese a ello, sus electores lo encuentren sincero. En esta campaña, una vez lograda la supremacía en el electorado de izquierda, su objetivo es conquistar o mantener a los electores de centro o centro-izquierda. Para ello, Iglesias y su partido han dulcificado su imagen. Así, su campaña es positiva (sonrisas), intentan apropiarse de una etiqueta moderada como la socialdemócrata y su candidato incluso viste corbata, aunque informal, lo que lo vuelve algo más moderado y presidenciable.
En contra:
  1. Le pierde su carácter, que hace enormes esfuerzos por controlar. Intenta huir de la imagen de intransigente y sectario que se ha ganado a pulso, pero lo persiguen sus numerosas intervenciones pasadas en los medios y redes, con opiniones más extremas de las que ahora quiere transmitir. Debe evitar enfadarse durante el debate. Si los demás candidatos lo sacan de sus casillas habrán ganado un asalto.
  2. Representa al partido en alza y corre el riesgo de que el debate se convierta en un “todos contra Iglesias”. Como alternativa de gobierno en la que se ha convertido, deberá demostrar su solvencia para gestionar el país. Si el debate se centra en el contenido de los programas tendrá dificultades para defender sus propuestas económicas. Por otro lado, no es el líder de un partido, sino de un conglomerado de partidos y movimientos sociales, lo que de nuevo pone en duda su capacidad de aglutinarlos en un gobierno común caso de alcanzar la Presidencia.
  3. Las expectativas en él depositadas son tan elevadas que corre el riesgo de defraudarlas. Le será muy difícil superar el golpe de efecto de su victoria sin paliativos en el debate previo al 20D, así que incluso una victoria ajustada a los puntos sabría a poco y desinflaría los ánimos a sus seguidores.
Sánchez.

Con una expectativa de voto del 20,9%, la peor de su historia, es el candidato que en peor posición afronta el debate. No puede aspirar simplemente a salir airoso. Para su supervivencia personal y la de su partido es la única oportunidad de darle un giro a la campaña que anime a sus seguidores y destierre el espíritu perdedor que se ha instalado respecto a sus posibilidades electorales. Es un debate a vida o muerte, y para sobrevivir debe superar con cierta claridad a quien amenaza su supervivencia: Iglesias.
A favor:
  1. Encaró el cara a cara con Rajoy antes del 20D en unas circunstancias similares aunque menos dramáticas, y logró recuperar aire a costa de las descalificaciones personales que todos recordamos. En esta ocasión lo tendrá más difícil porque su rival no es Rajoy, sino Iglesias, que es quien le disputa su voto. Y contra Iglesias el discurso de la corrupción y la honestidad no funcionan. Debe vender que su partido es la izquierda social pero moderada, y que las políticas de Iglesias llevan al caos: a Grecia o a Venezuela.
  2. El PSOE es un partido antiguo con electores que le han sido fieles durante décadas, y que ahora en buena medida han decidido quedarse en su casa y no votar a nadie. Puede apelar a su orgullo socialista para que se apiñen detrás de las siglas en un momento dramático, porque lo es, para el partido. La mayor parte de los indecisos (un 10,7% de los electores tienen decidido ir a votar, pero dudan entre su partido y otro) y de los abstencionistas (13,5%) simpatizan con el PSOE, y ahí está su única posibilidad de salir a flote.
  3. Hasta ahora se ha beneficiado de cierta tregua por parte de Ciudadanos, lo que le permite centrarse en las dos fuerzas más extremas.
En contra. Todo son problemas para Sánchez.
  1. Su campaña no tiene color ni calor, con un vídeo electoral en negativo (echar a Rajoy) que más parece un anuncio playero de cerveza. Su partido está dividido y su liderazgo en riesgo. Transmite desánimo, resignación y derrota. Debe recuperar el espíritu ganador.
  2. Su espacio electoral está constreñido a izquierda y derecha. Y lo peor es que entre sus electores hay casi tantos que dudan entre votar al PP como a UP. Si se decanta por una opción corre el riesgo de perder a los otros.
  3. Su propuesta de pacto de gobierno (PSOE-UP-C’s) es imposible tal y como los rifirrafes entre UP y C’s demuestran.
  4. Tras tantos años pactando con cualquiera (excepto el PP), carece de credibilidad respecto de sus intenciones. Eso genera recelo y desconfianza, y sus electores más abiertamente contrarios al PP (a un 65,1% le parece inaceptable votarle) o a UP (a un 78,4% le parece inaceptable votarle) podrían buscar otra opción más creíble en cuanto a sus intenciones.
  5. Es la pieza herida sobre la que el resto de fuerzas puede intentar “hincar el diente”. Casi tres millones de electores dudosos entre el PSOE y otro partido (1,1 millones con UP; 0,85 con el PP, 0,8 con Ciudadanos y 0,25 con otros) es un botín de lo más apetecible. Intentarán hurgar en sus incongruencias.
Rivera.
Con un 14,4% del voto estimado, ha consolidado a su partido en un espacio de centro, e incluso crece algo respecto al 20D, pero parece que su partido pierde en las campañas todo lo que gana entre ellas. Con ese porcentaje de voto y la concentración del voto de izquierdas en UP, un buen número de escaños están en peligro en las circunscripciones que eligen a cuatro o menos diputados, con lo que podría perder escaños incluso ganando voto.

A favor:
  1. Es el candidato con mejor imagen y mejor valorado (4,17 en el CIS de junio). Transmite éxito, seguridad y confianza. De una oratoria ágil y natural, resulta muy convincente cuando habla. Debe explotar sus habilidades naturales para realizar un debate al ataque, transmitiendo ilusión, resaltando sus propuestas y las incongruencias ajenas.
  2. Las expectativas en él depositadas se han reducido sustancialmente tras el debate previo al 20D (en el que partía como favorito) y el cara a cara con Iglesias, así que los electores serán menos exigentes con él, por lo que será más fácil que gane puntos durante el mismo.
  3. Si en la campaña y debate anterior al 20D su partido fue la diana de todos los demás, en esta ocasión le beneficia el latente pacto de no agresión con el PSOE, así como el hecho de que el favorito y la estrella al alza sean otros. Eso le permitirá pasar más tiempo al ataque que defendiéndose, así como poder dedicar más tiempo a sus temas ganadores (regeneración, sensatez y solvencia).
  4. Su partido ofrece un cambio sensato respecto a la situación actual. Un cambio a mejor, como su lema indica, con el que puede captar votantes del espectro más moderado (entre el 4 y el 6, en una escala de 1 a 10), que es el más poblado (un 42,8% de los votantes se autoposicionan en ese rango).
En contra:
  1. Si bien es muy hábil en el turno de palabra, cuando escucha su cuerpo transmite nerviosismo por el gran número de tics gestuales que realiza. Debe controlar la comunicación no verbal, que genera duda e inseguridad en quien lo observa. Iglesias utiliza un bolígrafo para controlar los movimientos de sus manos. Deberían aconsejarle algún truco similar.
  2. La apelación al voto útil, especialmente en las provincias que eligen pocos diputados, puede hacerle mucho daño. Necesita una estrategia defensiva, especialmente para proteger su voto ante el PP.
  3. El debate político se ha centrado más en el eje izquierda-derecha que en el nuevo-viejo, lo que le perjudica. Debe intentar reintroducir la propuesta de cambio en el debate o corre el riesgo de que su mensaje se vuelva irrelevante en una campaña polarizada entre PP y UP.
  4. Su discurso es demasiado racional y poco emocional para resultar efectivo en campaña. Su partido es el que menos mal cae (solo un 48% no lo votaría nunca), pero tampoco transmite entusiasmo que invite a votar por él (solo el  11,7% de los electores le votará con toda seguridad o muy elevada probabilidad). Su votante es el menos fiel (apenas el 67,1% está seguro de repetir su voto). No solo debe presentar propuestas razonables y eficaces, sino movilizar a sus simpatizantes. Si lo logra, hay un premio de 2,3 millones de personas que dudan entre votar a su partido o a otro.  
En fin. Tras el debate podremos analizar cuánto tiempo dedica cada candidato a hablar de los temas que les interesan, si su posición final resulta ganadora o perdedora, y si se han dedicado a atacar o a defenderse. El que logre resaltar sus puntos fuertes y disimular los débiles será el ganador. 9 millones de votos indecisos (el 32,4% de los que van a votar) pueden cambiar de destinatario según el resultado del mismo. No habrá una posibilidad mejor de decantarlo de un lado u otro. El resto de la campaña no servirá para otra cosa que para que los ganadores exploten a fondo su victoria, caso de producirse, y los perdedores reduzcan las pérdidas.

Un debate decisivo como pocos nos espera.