martes, 3 de enero de 2017

¿La riqueza se gana o se hereda?

La economía evolutiva  es una corriente de pensamiento económico heterodoxo que se inspira en la biología y el desarrollo evolutivo. La economía evolutiva introdujo el concepto de “dependencia del camino” (path dependence en inglés) para aludir a la importancia del pasado para la comprensión de las ciencias sociales. Hay muchos modelos y ejemplos empíricos de que la naturaleza de cualquier equilibrio en los procesos económicos depende en parte del modo por el que se llega al mismo. Esta visión dinámica de la evolución económica es muy diferente a la de la tradición neoclásica de la economía, que en su forma más simple da por sentado que sólo existe un punto de equilibrio al que se puede llegar, independientemente de las condiciones iniciales o de los eventos transitorios. Según la teoría de la dependencia del camino, tanto el punto inicial como los eventos accidentales tienen efectos significativos sobre el resultado final.

Este concepto de dependencia del camino es de la mayor importancia cuando se analiza la desigualdad social. La idea de la igualdad de oportunidades y de que todo el mundo pueda triunfar si lo desea con independencia de su procedencia es una aspiración deseable para toda sociedad. Una sociedad móvil es aquella en la que el destino de los hijos no está determinado por los orígenes de sus padres, una sociedad en que las oportunidades recibidas dependen de habilidades y logros de cada uno, y no de la fortuna o contactos de su familia. Es una sociedad en la que el talento y el trabajo son más importantes que las conexiones familiares, una sociedad en la que prima la meritocracia. Una sociedad inmóvil es una sociedad que no premia el esfuerzo ni penaliza la desidia. Es una sociedad donde el destino de cada uno se ve predeterminado por la posición económica de sus padres. ¿Vivimos en sociedades en las que prima la meritocracia y en las que cualquier ciudadano puede progresar si dispone de las habilidades necesarias?
 
Miles Corak, en su estudio “How to Slide Down the Great Gatsby Curve” analizó la relación entre la desigualdad de ingresos y la movilidad social entre distintas generaciones y llegó a conclusiones muy llamativas. Así, observó que los países con una menor movilidad social de los analizados eran Perú y Brasil, donde el 60% de las diferencias de ingresos entre generaciones eran atribuibles a diferencias en la generación anterior. En España ese valor está en el 40%. Lo llamativo es que en Estados Unidos y Reino Unido alrededor del 50% de las diferencias de ingresos entre generaciones son atribuibles a diferencias en la generación anterior. Este dato no casa bien con la idea del “sueño americano”, según el cual si se tiene talento y se trabaja duro todas las personas pueden hacerse millonarias. En otras regiones como la igualitaria Escandinavia, el número es inferior al 30% o incluso el 20% en Dinamarca. Según los datos de Corak el sueño americano es más probable que ocurra en Dinamarca que en Estados Unidos. La realidad es que en Estados Unidos los individuos con movilidad ascendente se dan más que en el viejo continente, pero también se empobrecen con más rapidez cuando la movilidad es descendente por el empuje de los “nuevos ricos”. El modelo europeo ofrece menos posibilidades de ascenso rápido, pero una vez logrado protege mejor a los instalados en la cima.
 
La movilidad social en España es mayor que en Reino Unido, Italia, Estados Unidos y Francia, similar a la movilidad social en Alemania y muy inferior a la de otros países como Canadá, Finlandia o Noruega, si bien la movilidad entre clases se ha estancado en España desde los años sesenta. En la España de hoy en día hay un mayor número de directivos y funcionarios y menos campesinos y obreros que en la mitad del siglo XX, pero si en los ochenta había cuatro plazas de directivos, estas venían ocupadas por tres hijos de las élites y solo una por alguien de una clase más baja. Ahora hay ocho plazas y la relación es de seis a dos; en este sentido España es un país socialmente inmóvil. Los movimientos entre clases sí son frecuentes, pero no de largo recorrido y se producen en su mayoría entre clases limítrofes.
 
El problema de estos cálculos es que se hacen teniendo en cuenta solamente la relación entre los ingresos de dos generaciones, la de los padres y la de los hijos. ¿Qué ocurre si además se tienen en cuenta antepasados más lejanos? Un estudio de Clark y Cummins centrado en Inglaterra analizó los datos de salarios e ingresos desde el siglo XIX hasta la actualidad a través de una serie de apellidos poco habituales, lo que dada su escasez les permitía encontrar a la siguiente generación con relativa facilidad. Sus conclusiones fueron claras y contundentes: las diferencias existentes en 1858 se habían reducido significativamente cuatro generaciones después. Tanto los ricos como los pobres sufren una regresión a la media (tienden a acercarse a la media con el tiempo), aunque las diferencias no han desaparecido del todo ni siquiera ciento cincuenta años después. Los efectos aleatorios que condujeron a la riqueza a unos individuos en un momento dado reducen su impacto con el tiempo, pues deben sobrevivir a los típicos tarambanas que arruinan a cualquier familia. La educación obligatoria, la industrialización y el continuo progreso tecnológico probablemente facilitaron también la convergencia desde abajo hacia arriba.
 
Un estudio de la OCDE concluye que para incrementar la movilidad social es necesario fomentar el nivel educativo, aunque poniendo énfasis en mejorar el rendimiento de los alumnos con un nivel socio-económico más bajo. También enfatizan la necesidad del cuidado infantil temprano, que parece mejorar la movilidad social, y el apoyo para mejorar la igualdad de acceso a la educación universitaria. ¿Es igual de importante la educación para todos? Parece que no. En Estados Unidos es 2,5 veces más probable ser rico si naciste rico y nunca fuiste a una Universidad de prestigio que si naciste pobre y te graduaste en las mejores universidades. Claro que si no se consideran los estudios es 10 veces más probable ser rico si naciste rico que si naciste pobre. Los hijos de clases acomodadas no necesitan buenos estudios para conservar su riqueza (al menos durante una generación), pero para los hijos de las clases menos acomodadas no hay otro camino al ascenso socioeconómico que una buena educación, trabajo duro y algo de suerte. Así que parece que a corto plazo la riqueza se hereda y a largo se gana.